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Tuesday, July 3, 2007

Aumento mundial de problemas cardiovasculares


Enfermedades cardíacas crecerán 81%

Una de cada cuatro personas que sufren en el mundo un infarto fallecen, mientras que el resto sobreviven con problemas cardiovasculares, aseguró hoy el cardiólogo Jacques Barth, director ejecutivo del Centro de Investigación y Prevención del Sur de California.

Barth, quien se encuentra de visita en Argentina, sostuvo que la "alta incidencia de las enfermedades cardiovasculares está relacionada con el estilo de vida moderno".

El cardiólogo, quien creó un método que permite detectar con seis años de anticipación la posibilidad de sufrir un infarto agudo de miocardio, alertó sobre los daños cardiovasculares que ocasiona el sedenterismo en el estilo de vida moderno.

Barth explicó que hay cuatro factores que inciden principalmente en las enfermedades cardiovasculares: el consumo de tabaco, el colesterol malo elevado, la diabetes y la hipertensión.

Indicó que esos factores de riesgo son tomados en cuenta, junto con el estudio imagenológico que realiza, a la hora de determinar el estado de un paciente y decidir su tratamiento.
En ese sentido, insistió en que "el 25 por ciento de quienes sufren un infarto fallecen, mientras el resto sobreviven, pero tienen problemas hacia el futuro".

Barth inventó de un estudio denominado IMT Heart Scan, que permite pronosticar con más del 95 por ciento de precisión la probabilidad de que una persona sufra un infarto agudo de miocardio o un accidente cardiovascular en un lapso de seis años.
El sistema fue elaborado en los laboratorios de la NASA y lleva evaluados a más de 40.000 pacientes.
Actualmente, el sistema recibió el aval de Daniel Berman, una de las personalidades más reconocidas de la cardiología mundial.
Berman es director médico del programa de inteligencia artificial en medicina nuclar. Además, es director de cardiología nuclear en el reconocido hospital Cedars-Sinai.

Ese estudio es no invasivo y se efectúa mediante una ecografía de las arterias carótidas realizada por ultrasonido. Barth, quien en la Argentina trabaja con la asociación cardiológica Prevention Concepts, opinó que en el 2010 "las enfermedades cardiovasculares en América Latina habrán aumentado un 81 por ciento".

Indicó que en la ciudad norteamericana de Los Ángeles, que es su lugar de residencia, "el 50 por ciento de la población es hispana y entre 8 y 10 por ciento de los niños padecen de obesidad y diabetes".



Sunday, July 1, 2007

Bacterias que ayudan a bajar de peso !!


www.latercera.cl

Establecen una relación directa entre flora intestinal y obesidad



Los científicos concluyeron que las bacterias que viven en el intestino tienen un papel determinado en la regulación del peso corporal, unido al papel que tienen el sedentarismo o la dieta. Por eso, el estudio afirma que alterar la composición bacteriana de la flora intestinal podría convertirse en un arma poderosa en la lucha contra la obesidad.

Algunos la incluyen entre los peores trastornos de este siglo, un mal capaz de afectar tanto al crecimiento y el desarrollo de los más pequeños como a un sinnúmero de sistemas y funciones del cuerpo humano, que van desde la sobrecarga cardíaca a las lesiones de columna o a la capacidad para respirar normalmente.

No es para tomárselo a broma. Con la rapidez de una auténtica plaga, la obesidad sigue extendiéndose con extrema rapidez por todo el mundo. Sólo entre los niños, por poner un ejemplo, los casos siguen aumentando a un ritmo de 350.000 nuevos obesos por año en todo el mundo.

Entre los varios factores que influyen en la obesidad se añade, para sumarse a los ya conocidos como la dieta o el sedentarismo, la ausencia o la reducción parcial de algunas de las bacterias que forman normalmente nuestra flora intestinal. O, por lo menos, eso es lo que afirma Peter Turnbaugh, un investigador de la Universidad de Washington en St Louis cuyo trabajo publica hoy la revista Nature.

Según Turnbaugh y su equipo, las personas obesas tienen en su intestino una composición bacteriana que difiere sensiblemente de la de las personas con un peso considerado como normal.

Para ser más exactos, la incidencia de la enfermedad aumenta, según se desprende del estudio, a medida que se reduce el número de bacteriodetes intestinales, una de las dos clases principales (la otra son los firmicutes) de "bacterias buenas" que, formando la flora intestinal, nos ayudan en el proceso digestivo.

EL NUMERO DE BACTERIODETES
Basándose en un análisis genético de la flora intestinal, los investigadores se dieron cuenta de que si una persona con sobrepeso se ponía a dieta, la proporción de bacteriodetes aumentaba considerablemente. Justo al contrario de lo que sucedía si esa persona volvía a ganar peso. Turnbaugh estudió durante un año la composición bacteriana de la flora intestinal de doce personas obesas, sometidas a dietas de carbohidratos o de grasas.

Una posible explicación a este hecho sorprendente fue encontrada por los científicos norteamericanos tras una serie de experimentos con ratones, cuya biología digestiva tiene mucho en común con la de los seres humanos. Turnbaugh y sus colegas descubrieron que las bacterias intestinales de los roedores con sobrepeso extraían una cantidad mayor de energía de los alimentos que tomaban, lo cual les hacía engordar rápidamente. Y que si se transfería la flora intestinal de ratones con sobrepeso a ratones de peso normal, en el organismo de estos últimos empezaba a aumentar la proporción de materias grasas.

Ante estos resultados, los científicos llegaron a la conclusión de que, con toda probabilidad, las bacterias que viven en el intestino tienen un papel bien determinado en la regulación del peso corporal. Un papel, además, que es por lo menos igual de importante que el que tienen el sedentarismo o la dieta. Por eso, afirma el estudio, alterar la composición bacteriana de la flora intestinal podría convertirse muy pronto en un arma poderosa en la lucha contra la obesidad.

¿ENFERMEDAD VIRICA?
Sin embargo, antes de que se produzca este adelanto, será necesario aclarar algunas dudas. No queda del todo claro, por ejemplo, si las pequeñas diferencias encontradas entre obesos y no obesos en la forma de aprovechar los alimentos es suficiente para explicar diferencias tan grandes de peso entre individuos. Y tampoco se conoce bien todavía la manera en que este sistema debería regularse para obtener unos resultados tan espectaculares. Habrá, pues, que seguir investigando.

Otra de las hipótesis en las que trabaja otro grupo de investigadores, es en la posibilidad de que la obesidad sea, en realidad, una enfermedad vírica y, lo que es más, contagiosa. A principios de este año se publicó un estudio que relacionó por primera vez un adenovirus (el AD37) con el aumento de grasa corporal. Aunque la investigación sólo se hizo con animales, los datos podrían explicar la rápida expansión de esta epidemia global.
Agencias
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